Con las recientes sanciones impuestas a Rusia, el mundo está pasando por una transición que exige nuevas formas de garantizar el suministro energético para la demanda mundial. Es por ello que ahora se habla de proveer energías más rentables que compitan con los hidrocarburos, y aunque esto no va a grandes pasos, el rumbo y la meta son inminentes. Esto se debe a que la humanidad se ha trazado la meta de contrarrestar el cambio climático para el 2050, viéndose de esta manera afectada la dependencia a los combustibles fósiles. En ese sentido, en este artículo te ayudaremos a comprender la transición energética en Latinoamérica, y el cómo puede integrarse Venezuela en dicha transición.
Contexto actual de la transición energética en Latinoamérica y el Caribe
En Latinoamérica los esfuerzos por contrarrestar el impacto del CO2 son muy variables. Existen países que por sus políticas ambientales, o falta de estas, están más expuestos al cambio climático que otros. Además, que la modernización de infraestructuras, orientadas a suplir la demanda energética, es un proceso lento y cada quien avanza a su ritmo según su realidad. Pero ya hay países como Uruguay, Costa Rica, Colombia, Brasil y Chile que llevan la delantera en la transición energética en la región.
El secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) Alfonso Blanco, afirma que Latinoamérica tiene un 25% de energías renovables como energía primaria, cosa que no tiene ninguna otra zona del mundo. Pero el problema radica en que no se incorporan a la misma velocidad del incremento de la demanda energética. Por lo que se siguen cubriendo esas demandas con los tradicionales combustibles fósiles.
Contexto actual de la transición energética en Venezuela
Actualmente, la industria energética venezolana se encuentra en sus mínimos históricos. Debido a que la producción de gas y la explotación de petróleo necesitan multimillonarias inversiones en materia de infraestructura y transporte que hacen un poco más larga la recuperación de la industria. Pero no todo es negativo desde esa perspectiva, las cuantiosas necesidades hacen del momento propicio para explorar otras ideas en sectores productivos y de servicios. Como lo es el caso de las energías renovables, sobre todo en el aspecto de la expansión hidroeléctrica y la adaptación a la energía solar y eólica.
Por otra parte, según el Índice de transición energética del 2021 del World Economic Forum, Venezuela se encuentra en el puesto 111 de 115 países. Así que se hace evidente que este país aún está enfocado en la explotación de hidrocarburos, a pesar de haber estado de acuerdo en el 2015 con la ruta de la descarbonización del sistema energético global. Por lo que existe una carencia en los procesos propios de la transición, como lo son la fortaleza institucional y gobernanza, preparación de talentos y recurso humano, compromiso político, entre otros. De modo que hace falta establecer mecanismos públicos y privados que garanticen la formación en estas áreas para ponerse al día con la transición.
Oportunidades y desafíos de la transición energética en Venezuela
Venezuela es un país altamente dependiente de los combustibles fósiles, además de que esta es la principal fuente de ingresos de la nación. Pero existe un segmento, específicamente en el mercado de la energía hidroeléctrica, que ya tiene parte de la transición asegurada. Recordemos que el 85% de la producción eléctrica del país viene de las centrales hidroeléctricas, y la demanda restante es suplida mediante plantas termoeléctricas impulsadas por carbón, diesel y otros. Es por ello que en términos de energía renovable, la energía hidroeléctrica es la única fuente que funciona en el país.
En el caso de energías más limpias, el gas podría priorizarse sobre la extracción de petróleo en el territorio. De hecho, expertos afirman que de concretarse las inversiones necesarias hasta el 2030, se puede duplicar la producción de gas en Venezuela, supliendo el mercado interno y exportando el excedente hacia Trinidad y Tobago, Aruba y Curazao en corto y mediano plazo. Esto resultaría en contratos a largo plazo, debido a que quienes requieren estos recursos necesitan la seguridad del suministro.
Por otra parte, el gobierno venezolano anunció en el 2020 la construcción del primer proyecto fotovoltaico para fortalecer el sistema eléctrico nacional. Que si bien no se ha desarrollado producto de la paralización de inversiones luego de la pandemia, en el 2021 comenzaron las operaciones en el estado Guárico. Este sistema de energía solar planea satisfacer el excedente de la demanda energética que no pueden cubrir las hidroelectricas. Contando con el apoyo e inversión de empresas como Solinal CA, Ingesol CA, Siemens Gamesa Renewable Energy SA, Andritz AG y Corpoelec, según datos de Mordor Intelligence.
¿Cómo consolidar la transición energética en el mercado venezolano?
Si bien se requiere mucha voluntad política, la industria energética puede aprovechar sus carencias para absorber otras competencias que le permitan comenzar la transición. Tomando la experiencia de empresas que han optado por transformarse de “empresas de hidrocarburos a empresas de energía” a mediano plazo con grandes beneficios. Por ello, se hace necesario contar con políticas de Estado eficientes que garanticen el espacio idóneo para realizar esas transiciones. Debido a que para favorecer la innovación e inversión, se debe contar con la seguridad jurídica necesaria para mitigar los riesgos asociados. Del mismo modo, que la planificación por sectores puede generar un plan macro que oriente esa transición energética a corto y mediano plazo.
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