«Privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad», dijo Nelson Mandela, sudafricano activista de las garantías fundamentales. Cada 10 de diciembre de todos los años se recuerda el día en que se proclamaron los derechos propios e inalienables de todo ser humano, que reconocen su condición y dignidad humana por encima de la raza, el color, la religión, el sexo, el origen social, las opiniones políticas o de otra naturaleza, y cualquier otro factor que pretenda generar diferenciación entre los individuos.
En 2018 se cumplen 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en la Asamblea General de las Naciones Unidas en París en el año 1948. El texto traducido en 500 idiomas fue redactado por representantes de diversos contextos jurídicos y culturales en todo el mundo y su intención es rescatar y exponer los valores universales que definen la dignidad humana, resaltando que todos los seres humanos tienen el mismo valor y por tanto, los mismos derechos.
La búsqueda del Día Internacional de los Derechos Humanos
La redacción de este documento permitió sentar las bases para un mundo justo y comprometió a los Estados a hacer cumplir sus principios y garantías fundamentales, lo que se ha traducido en el fortalecimiento de la dignidad humana de millones de personas. De hecho, sus treinta artículos constituyen un marco de referencia para las naciones en el tema de defensa de estas garantías fundamentales. Sus letras han perdurado en el tiempo y han sido el apoyo de innumerables luchas, lo que ha demostrado la universalidad de sus valores.
Este instrumento se inspiró en la necesidad de hacer justicia frente a los actos de violencia y barbarie que se han cometido al vulnerar los derechos humanos. En su último artículo se resalta que nada en la Declaración puede interpretarse como el otorgamiento de derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona para emprender y desarrollar actividades tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos establecidos y libertades proclamadas en el texto.
El primer derecho que se salvaguarda en este documento dicta que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. La vida, la libertad y la seguridad son de los primeros derechos que se resaltan, seguidos por la libertad y la prohibición de la esclavitud en ninguna forma y bajo ninguna circunstancia.
También se rescata el derecho a no ser sometido a torturas, ni penas crueles o tratos inhumanos ni degradantes, a circular libremente y a decidir el lugar de su residencia. Se establecen de igual forma garantías civiles como la adquisición de nacionalidad, el derecho a la propiedad y otras consideraciones necesarias para la vida como ciudadano. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos es el órgano vigilante del cumplimiento de estas garantías fundamentales en el mundo.
Entre sus funciones están el fortalecimiento de los mecanismos internacionales de derechos humanos, el combate de la impunidad y reforzamiento de la rendición de cuentas, la promoción de la igualdad y el Estado de Derecho, la incorporación de las garantías universales a los planes de desarrollo y a la esfera económica internacional, la ampliación del sistema democrático como forma de gobierno para las naciones, la creación de dispositivos que alerten de forma temprana sobre la posible violación a los derechos humanos y por supuesto, la protección de estos derechos en situaciones especiales de conflicto, violencia e inseguridad.